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domingo, 3 de abril de 2011

rumbo s.r.al mar negro


nuestro destino:sumela
en una escapada ladera de la cadena del Ponto, frente al litoral turco del mar Negro (kara Deniz) y a 54 kilómetros al sur de Trabzon , mítica capital medieval del reino de Trebisonda, se encuentra el monasterio de la madre María de Sumela, uno de los Durante muchos siglos, el bullicioso puerto turco de Trabzon, en el Mar Negro, fue conocido como Trebisonda. Entre 1204 y 1461 la ciudad fue la capital de un imperio cuya fama superó con mucho a su tamaño.


Las historias sobre los techos dorados de Trebisonda, sus bonitas iglesias, sus aún más bellas princesas y su magnífico palacio real -con altas torres, relucientes mosaicos y brillantes frescos- llegaron hasta el mundo occidental a través de viajeros y comerciantes tales como Marco Polo. La ciudad experimentó un boom a partir de mediados del siglo XIII, cuando las incursiones mongolas en Anatolia causaron que la Ruta de la Seda se desviara hacia el norte desde Erzurum, sobre las Montañas Pónticas y luego hacia el Mar Negro en Trebisonda. Rebosante con su nueva riqueza, los gobernates del Imperio de Trebisonda se ganaron una reputación de extravagancia y decadencia, contada brevemente por el viajero Michael Pereira:


"Su principal interés parece haber sido la búsqueda de la belleza, y sus gustos eran católicos: una iglesia o un palacio, una bailarina o un paje, todos encontraron el favor a sus ojos siempre que fueran bellos; amaban la música y la literatura, y vestían ropas espléndidas".


La ciudad tiene una larga historia. Fundada en el siglo VII a.C. por colonos griegos de Sinope (la moderna Sinop), situada más hacia el oeste a lo largo de la costa del Mar Negro, la nueva colonia fue llamada Trapezus a causa de colina en forma de mesa (trapeza, en griego) alrededor de la cual fue construida la ciudad. En el 400 a.C. Jenofonte y los supervivientes de su banda de 10.000 mercenarios permanecieron allí durante 30 días, tras su épica marcha hacia el norte desde Mesopotamia. Trapezus prosperó más tarde bajo el gobierno de Roma y más tarde con Bizancio. En 1204 los acontecimientos que tuvieron lugar más al oeste catalizaron la época definitiva de la ciudad. Con Constantinopla (la moderna Estambul) a punto de caer en manos de los Cruzados, Alejo, heredero de la familia real bizantina, los Commeno, consiguió escapar de la ciudad. Animado y ayudado por la Reina Tamara de Georgia, en cuya corte había pasado gran parte de su infancia, Alejo se hizo fuerte en Trebisonda y se proclamó a sí mismo como el legítimo emperador bizantino. Aunque esta elevada ambición resultó frustrada (el descendiente de uno de sus rivales fue quien finalmente reconquistó Constantinopla en 1263), el Imperio de Trebisonda, fundado por Alejo, produjo otros 19 emperadores y tres princesas, controló 7.000 millas cuadradas de territorio y sobrevivió a la caida del Imperio Bizantino.


La fama de la ciudad se vió notablemente incrementada en el mundo literario inglés gracias a la última y más conocida de las novelas que escribió Rose Macaulay, "Las Torres de Trebisonda", publicada en 1956, que consiguió que las imágenes de la legendaria Trebisonda perduraran hasta nuestros días incluso aunque la ciudad que ella describe estuviera lejos de ser la gloriosa y casi mítica Trebisonda que fue durante su apogeo de los siglos XIII y XIV. En el libro, la heroina de Macaulay, Laurie, llega a Trabzon desde Estambul a bordo de un barco de pasajeros en compañía de su excéntrica tía Dot, un quisquilloso clérigo anglicano -el reverendo Chantry Pigg- y el doctor Halide, un turco de ideas reformistas.


Sus primeras impresiones fueron variadas: "Cuando vimos Trebisonda descansando allí sobre su espléndida bahía, con el mar en frente y las montañas detrás, con los acantilados y barrancos que albergaron a la antigua ciudadela y con la blanca ciudad turca situada a lo largo y ascendiendo por la colina, fue como ver un viejo sueño cambiando de forma, tal como hacen los sueños... por ello no parecía la capital del último Imperio Bizantino, sino una pintoresca ciudad turca con su puerto... Esperando la majestuosidad, fantasma melancólico de un imperio caido que contemplamos, en una magnífica escena teatral, en un desaliñado puerto turco".


Hoy, como la propia Macaulay tuvo que hacer en los años 50, uno debe intentar descubrir las reliquias de la legendaria Trebisonda entre la maraña del moderno Trabzon. En la novela, Chantry Pigg quiere ver en primer lugar las iglesias de la ciudad, mientras que la tía Dot desea visitar la ciudadela por la vista. La opinión de la tía Dot se impone y pronto los tres se encuentran mirando por encima de los jardines del mercado, los tejados de teja roja, un bosque de árboles y arbustos, y a lo lejos, el mar. Todo esto permanece, aunque los bloques de apartamentos ahora estropean la vista. Por lo demás la tía Dot estaba en lo cierto: desde allí arriba puede apreciarse el magnífico escenario de la capital del Imperio de Trebisonda. Justo hacia el oeste, los elevados muros del valle de Kuzgun (que significa "cuervo") proporcionan una defensa natural al complejo palaciego, mientras que el profundo barranco de Tabakhane realiza la misma función por el este. Estas defensas naturales fueron reforzadas por unas impresionantes murallas con una serie de torres almenadas que recorrían la ladera, gran parte de las cuales han sobrevivido, aunque han sido reconstruidas en gran parte a lo largo de los siglos.


Un par de cientos de metros al este del palacio está la Yeni Cuma Camii (Mezquita Nueva del Viernes). Antiguamente esta era la iglesia de San Eugenio, el santo patrón de Trebisonda, que fue martirizado durante el gobierno del Emperador Romano Diocleciano. El crimen de Eugenio fue condenar el culto de Mitra, una religión mistérica que tenía su templo en el cercano Boztepe. Según la leyenda, Alejo Commeno encontró muy oportunamente el cráneo del martirizado Eugenio a su llegada a la ciudad en 1204, y ordenó que se construyese una iglesia para albergar la sagrada reliquia. El actual edificio, sin embargo, data sólo del siglo XIV. Fue el primer lugar en Trebisonda en ser usado para la oración del viernes cuando fue consagrado como mezquita, después de la conquista de la ciudad por el ejército otomano a las órdenes de Mehmet El Conquistador en 1461. Los frescos que debían adornar los muros de la iglesia ahora están cubiertos bajo varias capas debido a la creencia islámica que prohibe el culto a las imágenes, pero el exterior ha sido arreglado recientemente y el amable portero indica dónde pueden verse cruces esculpidas en la piedra del exterior.


Otra iglesia que ahora es una mezquita es la Ortahisar Camii (la Mezquita del Castillo Medio). Bajo la dinastía de los Commeno fue conocida como Panagia Chrysokephalos (la Iglesia de la Virgen de la Cabeza Dorada), y era la catedral de la ciudad. La mayoría de las coronaciones de los gobernantes Commeno tuvieron lugar aquí; debieron ser ocasiones de gran esplendor, dado el amor de los miembros de esta dinastía bizantina por la pompa y la ostentación. De nuevo, los muros antes llenos de frescos están ahora recubiertos, y los mosaicos se encuentran bajo un suelo de madera. Si no se asume ningún prejuicio, sin embargo, es perfectamente posible admirar las iglesias convertidas en mezquitas de Trabzon, tanto por lo que fueron antes como por lo que son ahora.


La joya de Trabzon, no obstante, es Aya Sofya, ampliamente recordada como la mejor iglesia bizantina de toda Anatolia. Construida entre 1238 y 1263, fue un modelo para las posteriores iglesias bizantinas tales como San Salvador (ahora el Museo Kariye) en Estambul. Rodeada de unos bellos jardines en la parte oeste de la ciudad, con el mar extendiéndose frente a ella, es un delicioso lugar para visitar, especialmente porque hay un bonito jardín de té con sombra muy cerca. La planta de la iglesia es cruciforme, con tres ábsides, una nave triple y una cúpula. A finales de los años 50 y principios de los 60 David Winfield y David Talbot Rice supervisaron su restauración, ya que había sido utilizada como mezquita y hospital, entre otros usos, tras la caida del imperio en 1461. Dentro hay una maravillosa colección de frescos que muestran escenas de la vida de Cristo. Los del atrio están particularmente bien conservados y brillan sin duda con una luminiscencia etérea. En la entrada sur hay una inscripción griega, una serie de esculturas en relieve representando a Adán y Eva en el Jardín del Edén y un águila imperial que antiguamente simbolizaba el poder de la dinastía Commeno.


Otros importantes atractivos que ofrece Trabzon son las ruinas de su castillo, que pueden verse en la ciudad pero que actualmente no pueden visitarse por encontrarse en una zona militar; el Parque Boztepe, situado sobre las colinas de la ciudad desde las cuales puede contemplarse una magnífica vista de casi toda la ciudad; el Museo de Trabzon, que ofrece una interesante exposición sobre la historia de la región incluyendo una impresionante colección de artefactos de la era bizantina; el Bazar de Trabzon, situado en las calles más antiguas de la ciudad; el Museo de Atatürk (Atatürk Köşkü), una hermosa villa victoriana donada a Atatürk que aparte de su belleza alberga un museo dedicado al fundador de la moderna Turquía; también son de obligada visita las casas del centro histórico de la ciudad, incluyendo el Kizlar Manastiri (el Monasterio de las Jóvenes), la Torre de Irene y la Mezquita de Gulbahar Hatun.


Fuera de la ciudad, los principales lugares de interés que ofrece la provincia son el Monasterio de Sümela, monasterio bizantino construido en el lateral de una empinadísima montaña y rodeado de verdes bosques, a unos 50 kilómetros al sur de Trabzon; también Uzungöl, famoso lago rodeado de montañas de gran belleza natural, que conforman un paisaje increíble. En cualquier caso, todo el entorno natural de la provincia de Trabzon está plagado de lagos y montañas que ofrecen una buena oportunidad para disfrutar de la naturaleza.


Trabzon es famosa en toda Turquía por sus boquerones o "hamsi", que constituyen el plato principal en muchos restaurantes de la ciudad. Otros conocidos productos de la región son las avellanas y el té. Toda la región del Mar Negro está poblada de pequeños pueblos y de una rica cultura popular, que se hace especialmente evidente en su música, sus famosas danzas y sus platos de cocina. Las gentes del Mar Negro son también igualmente conocidas por su hospitalidad y su amabilidad con los foráneos.


La ciudad de Trabzon tiene una considerable comunidad de turcos de habla griega. El griego se ha hablado en la región desde hace miles de años, si bien el griego póntico se desarrolló por su cuenta y hoy día resulta en buena parte ininteligible para los hablantes del griego moderno. Antiguamente era hablado por la populación griega ortodoxa de la región, pero tras los intercambios de población entre Grecia y Turquía de principios del siglo XX casi todos los que lo hablan ahora son turcos musulmanes. Otro pueblo representativo de la región son los Laz, que también pueden encontrarse en Trabzon, así como los Chepnis y los Oguz, pueblos turcos de origen muy antiguo que viven en el valle de Ağasar, cerca de Trabzon. Trabzon tiene también una considerable minoría rusa, que comenzó a emigrar a la región tras la caida de la Unión Soviética; además pueden encontrarse en la ciudad estudiantes de toda Turquía, especialmente de Anatolia Oriental y el Mar Negro, así como del Asia Central, que vienen en su mayoría a estudiar a la Universidad Técnica del Mar Negro.


La gente de Trabzon está particularmente orgullosa de su papel en la historia de Turquía; Atatürk, el fundador de la moderna República de Turquía, seleccionó a guardias Laz de Trabzon a causa de su gran abilidad para la lucha y su lealtad.


La ciudad, como toda Turquía, ha cambiado mucho desde que Rose Macaulay y su excéntrico elenco de personajes estuvieron en ella hace unos 50 años, aunque los ecos tanto del tranquilo Trabzon de los años 50 como de la fabulosa Trebisonda de la Edad Media aún resuenan en sus modernas y abarrotadas calles. Pero dejemos que las últimas palabras las pronuncie Laurie, el personaje de la novela de Macaulay, quien como la mayoría de los que la visitan hoy día encontraba difícil ver la actual Trabzon sin evocar su mítica edad dorada... "cuando Constantinopla cayó ante los turcos y Trebisonda fue durante ocho años lo que quedaba del Imperio Bizantino, y Trebisonda era una leyenda...".


NOTAS DE VIAJE:
Cómo llegar


Por aire: Hay vuelos diarios desde Estambul y Ankara, y vuelos regulares desde Antalya (web de Turkish Air Lines: http://www.thy.com/).


En autobús: Salen autobuses desde las principales ciudades turcas (Kamil Koç o Nilüfer son buenas compañías para viajar).


Dónde alojarse


Precio caro: Zorlu Grand Hotel (http://www.zorlugrand.com/)


Precio mediano: Hotel Horon (http://www.otelhoron.com/)


Precio económico: Sankta Maria Katolik Kilisesi (hostal situado en una misión católica, Sümer Sokak nº 26, Trabzon)


Otros hoteles: Omesa Hotel, Büyük Sümela Hotel, Zigana Holiday Village...


Dónde comer


Sumela Sark Sofrasi, Livera Restaurant, Ibrahim Liman Restaurant, T-Nargile, Efulim Restaurant, Roksalana Restaurant...


Qué ver


Mezquita Yeni Cuma (antigua Iglesia de San Eugenio), mezquita Ortahisar (antigua Iglesia de Panagia Chrysokephalos), Aya Sofya, Parque Boztepe, Museo de Trabzon, Bazar de Trabzon, Museo de Atatürk (Atatürk Köşkü), Kizlar Manastiri, Torre de Irene, Mezquita de Gulbahar Hatun, Monasterio de Sümela, Uzungöl...


Más información


Guía Lonely Planet de Turquía (4ª edición), Guía Trotamundos de Turquía (Salvat), Historia Turco-Bizantina (de Miguel Ducas), la Caída de Constantinopla (de Steven Runciman), web oficial de Turismo de Turquía (www.turismodeturquia.com).centros más importantes del monaquismo oriental.
Según la tradición, Sumela fue fundado por dos monjes griegos, Bernabé y Sofronio, llegados a este apartado lugar de Anatolia siguiendo las indicaciones recibidas de la virgen que se les apareció en el año 385, tras la muerte de los monjes en el año 412, fueron venedados como santos y sus restos quedaron inhumados en el monasterio, que se convirtió en un renombrado cenobio, meta de peregrinaciones procedentes de todo imperio bizantino. Justiniano ayudó a su mantenimiento y, paradójicamente, el sultán otomano Mohamed II, tras la conquista de Trebisonda en 1461, también le dispensó una protección especial.





Verdadero nido de águilas, Sumela se halla alojado en la pared norte del alcantilado que cuelga sobre el torrencial curso del Oro, río célebre por sus grandes truchas.
Su arquitectura parece formar parte de la negruzca piedra basáltica, a mitad del camino entre el cielo, a menudo nublado, y los espesos bosques de hayas, abetos y castaños.
El monasterio de Sumela, todavía siguen las construciones, se llega al monasterio caminando unos 3 ó 4 horas por una cuesta muy empinada, también existe otro punto que se puede subir con coche y entonces se camina media horas y un poco más recta.





El núcleo de los edificios monásticos de sumela(imagen de arriba), excavados en el roca y protegidos por la impresionante bóveda natural que forma pared de basalto. Mientras uno se va acercando al monasterio, se tiene la sensación de estar viviendo en un mundo irreal y se quedaran asombrados ante el monasterio que parece como si se hubiese bajado desde el cielo para pegarse al flanco del alcantilado.. en unas montañas, a 1700 metros de altitud.
Una maravilla, se daran cuenta porque me encanta.. esa paz tan rebuscada se podría encontrar, aqui.






IMÁGENES: MAPA DE LA ANTIGUA TRACIA. THRACIAE VETERIS TYPUS, 1585, DE ABRAHAD ORTELIUS (1527-1598); HIEROGAMIA RITUAL, EN EL TESORO DE LETNITSA, BULGARIA, SIGLO IV A.N.E.; CUADRIGA POLICROMADA PERTENECIENTE A LAS PINTURAS DE LA BÓVEDA DE LA TUMBA DE UN NOBLE TRACIO DE KAZANLUK. QUIZÁ SE REPRESENTE LA RECEPCIÓN DEL DIFUNTO EN EL MÁS ALLÁ. SIGLO IV A.N.E.



Los tracios conformaron un conjunto de tribus guerreras organizadas en pequeños reinos independientes. Su origen se sitúa en torno al segundo milenio antes de nuestra era, en los inicios de la Edad del Bronce. Se trata de poblaciones indoeuropeas que se establecen en regiones de cultura eneolítica y calcolítica. Ocupaban el sureste de la Península de los Balcanes, entre Asia Menor y Europa Central. Este pueblo no helénico se localizaba, a partir del siglo XIV a.n.e. entre el norte del mar Egeo y las estepas situadas al septentrión del río Danubio. Sus asentamientos llegaron a alcanzar las desembocaduras del Dniéster y el Dniéper, así como la península de Crimea y ciertas regiones de Anatolia, donde habitaba la tribu de los bitinios. Se ha supuesto que los tracios eran la tribu más cercana a los micénicos a fines del II Milenio a.n.e. Las tradiciones historiográficas mostraron a los tracios como un pueblo originario de la estepa asiática, migrado hacia los Balcanes, una zona que desarrolló relevantes culturas neolíticas, como Karanovo, Varna o Durankulak[1]. Fue, en cualquier caso, en la actual Bulgaria donde los tracios desplegaron una compleja cultura, especialmente en época del reino de los Odrisios, entre los siglos V y IV a.n.e., en plena sintonía con el mundo helénico[2]. No fue hasta que el territorio se anexionó al Imperio Romano, en el año 46, durante el reinado de Claudio, tras haber sido previamente invadido por Filipo II, cuando se constituyó la provincia de Tracia, con su capital en la localidad de Perinto[3]. En un sentido puramente étnico, “tracio” se refiere a varios pueblos antiguos que hablaban una lengua de la rama de la familia de las lenguas indoeuropeas. Entre los siglos VI y III a.n.e., nuestras principales fuentes históricas pare el estudio de los tracios son las arqueológicas, en particular los tesoros (Rogozen, Letnitsa), las tumbas (Golyama Kosmatka), los templos-fortalezas (Perperek), los poblados (Kabile[4]), y la iconografía, sobre todo, las magníficas pinturas murales (Kazanluk y Alexandrovo). Los túmulos solían ser una construcción circular cubierta con falsa cúpula; poseían un corredor de acceso que, en ocasiones, estaba precedido por un vestíbulo. Las tumbas comenzaron a difundirse desde el área odrisia de los Ródope orientales, y la mayoría se remontan al siglo V a.n.e., cuando la mencionada tribu de los odrisios alcanzó la cima de su poder. La forma y la técnica en los muros de las tumbas muestran evidentes afinidades con los tholoi micénicos. Además de la presencia tracia en los mitos griegos, como el caso de Diomedes, Licurgo, Zalmoxis o Dioniso (el Sabazios nocturno)[5], lo cierto es que las primeras tribus tracias de las que tenemos noticia escrita corresponden a las mencionadas por algunos autores en relación con la famosa guerra de Troya, en la que aparecen mencionados como aliados de Ilión. No obstante, las noticias se multiplican a partir del momento en que entran en contacto con fenicios, persas y griegos; de hecho, los griegos fundarán sus primeras colonias en la “Tracia a finales del siglo VIII a.n.e. Este contacto cultural motivaría el esplendor tracio clásico de los siglos V y IV a.n.e. Será el cabecilla de la tribu de los Odrisios, Teres, quien reinó en el primer cuarto del siglo V a.n.e., el que configure una estructura política común entre los Ródopes y el Danubio, un auténtico, aunque efímero, reino.
Las tierras ocupadas por los tracios eran muy fértiles. Se distinguieron como buenos agricultores (destacándose en la producción vinícola), además de ganaderos (ovejas, caballos). La mayoría de los propietarios de las tierras eran aristócratas tribales, además de los dinastas y gobernantes, que usaban esclavos como pastores de ganado. Naturalmente, la clase gobernante la conformaba esta aristocracia, que señoreaba los pueblos, agrupada en torno al soberano local. Gozaban de diversos privilegios militares, judiciales y religiosos, y poseían esclavos, empleados como pastores y como sirvientes domésticos.


Bibliografía inicial de referencia


-Fol, A. / Marazov, I., A la recherche des Thraces, edit. Gallimard, París, 1978
-Roselló, J.M., Bulgaria. Los orígenes de Occidente: los tracios y la vieja Europa, edit. La Espiral del Conocimiento, Barcelona, 2007
-Velkov, V. / Veredikov, I. / Guergova, D. / Solar, D., Los tracios, edit. Historia 16, Madrid, 1985
-www.thracologia.org



[1] En el catálogo de las Naves, en el Canto II de la Ilíada, se mencionan entre los pueblos balcánicos a peonios, ciconios y tracios. El nombre tracio se generalizó de tal modo que sirvió para denominar a las poblaciones que vivían entre los Cárpatos y el Egeo hasta el mar Negro. La mayoría de las tribus tracias morarían al sur del Danubio, manteniéndose al norte del río los dacios o tracios nórdicos.
[2] Si bien los más numerosos de las pueblos tracios fueron los Odrisios, hubo otras tribus notables, destacándose los Besios, los Mesios, Getas y Tribalios, en el norte de Bulgaria, los Denteletios, en el sudeste, además de los Tinios y los Astios.
[3] Tras las expediciones de Filipo II y Alejandro Magno, Tracia entró en el sistema de Estados helenísticos, primero sometida por los estrategas macedonios, y luego por los Antígonos. Se crearon Estados menores independientes (el de los Medas, el de los Astios, Denteletios y Mesios, así como la dinastía de los Sapeos). En esta situación de fragmentación fue como los tracios contactaron con la República romana.
[4] Kabile surgió a partir de un centro de culto dedicado a Cibeles (cuyo nombre frigio es Kubile, en tanto que Kabile para los tracios). Gracias a varias monedas y sellos de ánforas, sabemos que existió una importante relación mercantil entre esta ciudad y las colonias griegas de la costa del mar Negro y el Egeo desde el siglo V a.n.e. Teopompo menciona Kabile como un horión o pueblo fortificado, no muy diferente a los templos-fortaleza mencionados.
[5] Los mitos griegos señalan que las tres principales tribus tracias (Bitinio, Dolongo y Triereo), eran descendientes directos del río Océano y de la sirena Parténope, cuya hija, llamada Tracia, se unió físicamente con Crono y Zeus. Los reyes tracios vinculaban su descendencia, no obstante, a Hermes, al que rendían un especial culto.

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