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viernes, 19 de noviembre de 2010

La fidelidad del varón en la Grecia clásica respecto a su esposa radicaba en respetar la condición de mujer legítima tal como se estipuló en la promesa de matrimonio. No obstante, las otras mujeres con las que el marido podía intimar fuera del hogar conyugal eran: con la compañera de reuniones sociales que poseía una gran belleza y presencia física además de contar con una gran intelectualidad -hetaira-; la concubina -pallaké- a la que no se consideraba como ciudadana de pleno derecho; la profesional del sexo o prostituta libre -porné- que debía pagar unos impuestos al Estado por su actividad; y, por último, las esclavas que tenían que vestir con atuendos especiales para identificarse, pasado un tiempo podían comprar su libertad por medio de un préstamo.
Estas cuatro clases de mujeres no atentaban contra la posición de la esposa legítima y madre. La esposa, por el contrario, debía ser totalmente fiel. El incumplimiento de esta cláusula podía costarle su posición en el hogar conyugal.

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